El duque de Cambridge, segundo en la línea de sucesión al trono del Reino Unido, ha confesado que convertirse en padre de sus dos hijos le ha hecho “más sensible” y ahora “se emociona más” por las cosas.
“Soy mucho más sensible de lo que era, lo que es raro. No solía agobiarme o preocuparme excesivamente por las cosas, pero ahora las cosas más nimias... te emocionan más, te afecta más todo lo que pasa en el mundo, creo, como padre”, reflexiona el Duque de Cambridge. “Es porque te das cuenta de lo valiosa que es la vida y todo se pone en perspectiva. La idea de no ver crecer a tus hijos y cosas así...”, dice.
El Príncipe hace esta revelación en un documental de la cadena ITV con motivo del 40 aniversario de la organización juvenil The Prince’s Trust, fundada por su padre, el príncipe Carlos.
El príncipe Guillermo y su esposa, la duquesa Catherine, son padres del príncipe George, nacido el 22 de julio de 2013, y la princesa Charlotte, que vino al mundo el pasado 2 de mayo.
El hijo mayor de Carlos y la difunta princesa Diana participó junto a su hermano Harry y Camilla, esposa del heredero, en el documental When Ant and Dec Met The Prince: 40 Years of the Prince’s Trust. Durante el programa, los dos hermanos, entrevistados juntos, alaban la labor de su padre, de 67 años, en The Prince’s Trust”, que fundó en 1976 con la compensación que obtuvo al dejar la Armada y que ofrece becas a jóvenes sin recursos.
La fundación del Príncipe de Gales ha ayudado a 825.000 jóvenes con problemas. El accidente de Diana en agosto de 1996, en un túnel de París junto a su amante y que le costó la vida con solo 36 años, fue un serio trauma para la monarquía británica y un cataclismo en la vida personal de sus hijos. Guillermo tenía entonces 15 años y Enrique, 13. La tragedia causó fricciones entre los huérfanos y el Príncipe Carlos, al que se acusó de utilizarlos en una operación de imagen para blanquear la figura de Camilla. Pero hoy aquellos días luctuosos quedan lejos. Padre e hijos muestran una relación afectuosa y simpática. Por su parte Enrique, de 31 años, de conocido pasado tarambana, destaca que siempre tuvo en su padre un apoyo cuando se metió en líos: «Realmente lo puedes llamar y decir: ‘Estoy metido en un pequeño jaleo’, E incluso mejor, puedes desahogarte con él».
Tras destacar la tarea filantrópica de su padre, no dejan de comentar las peculiaridades de Carlos, que cuando eran adolescentes lo convertían a veces en una figura embarazosa. Guillermo cuenta que en sus funciones teatrales de la escuela, el Príncipe de Gales era famoso por reírse a destiempo, «con cosas que solo le hacían gracia a él».
Carlos, según sus hijos, «no es nada tecnológico». Cuando estudiaban en el exclusivo internado de Eton, vivero de la élite dirigente británica, el Príncipe de Gales se dirigía a ellos con largas cartas, en lugar de llamarlos por teléfono o enviarles un mensaje de móvil. Carlos es conocido en el Reino Unido por su difícil caligrafía. Sus controvertidas misivas manuscritas inmiscuyéndose en asuntos del Gobierno de Blair fueron apodadas por ello «la cartas de la araña negra».
La justicia obligó al final a publicarlas, en un revés para su deber constitucional de neutralidad. Guillermo y Enrique reconocen que a veces eran tan ilegibles que se las intercambiaban para descifrarlas. Creen que parte del problema radica en que su padre las escribe muy tarde, pasadas las doce de la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario