El jefe del Gobierno mexicano, Enrique Peña Nieto, y su mujer, la primera dama y exactriz televisiva, Angélica Rivera, le han tomado afición a salir en las páginas de le revistaHola. Y como siempre que la pareja aparece en la Biblia del periodismo rosa, el escándalo y las críticas se suceden en ese pozo de opiniones que son las redes sociales.
Esta vez fue la graduación del hijo del presidente, Alejandro Peña, el que congregó a toda la familia en un acontecimiento narrado en las revistas Hola y Quién con una prolija sucesión de posados. Las tres hijas de la primera dama y los cuatro hijos del presidente (sólo un varón), todos de sus anteriores matrimonios, salen retratados en esmoquin o trajes de noche en el marco de una multitudinaria celebración en el exclusivo Colegio Privado Miraflores.
El problema es que, otra vez, la retratada fiesta coincide con momentos duros en el país, según la mayoría de las críticas, y el elegante posado coincide con la alta tensión que se vive en las calles tras las violentas manifestaciones de profesores en los estados del sur que acabaron el pasado 19 de junio con la muerte de ocho personas en Oaxaca.
Medios de comunicación locales se han hecho eco de esas críticas que apuntan ale levado coste y al desatino de alardear de educación privada exclusiva en un momento en el que la educación pública está en llamas, mientras otros aceptan que nunca habría un momento tranquilo en México para no ser atacado por inoportuno y, además, recuerdan que la costumbre de festejar la graduación o la puesta de largo es común a todas las familias y clases sociales mexicanas.
No es, en todo caso, la primera exclusiva con Hola de la presidencial pareja que levanta críticas. La primera dama se ha convertido en una asidua de esta revistaque la trata con especial cariño en cada uno de los actos locales o extranjeros a los que va. Ha protagonizado ya numerosas primeras páginas.
Sin embargo, aquella portada de Hola en la que enseñaba su nueva casa, bautizada como la Casa Blanca, es posiblemente el primer y más duro golpe que han recibido ella y su marido. La pareja gozaba de una popularidad aceptable hasta que la Primera Dama y su famosa casase convirtieron en el primer caso de corrupción política que les afectaba directamente a ambos. Distintas investigaciones periodísticas señalaron que el inmueble estaba en una de las zonas más exclusivas de la capital mexicana y su valor era de más de siete millones de dólares.
¿De dónde salió ese dinero para comprar esa casa?.
La famosa periodista Carmen Arístegui llevó la mayor parte de la investigación y acabó descubriendo que la casa estaba a nombre de una empresa, Grupo Higa, cuyo dueño es amigo de Peña Nieto y cuya empresa es contratista habitual del Gobierno.
Para evitar el enorme daño que la investigación ha generado a la imagen pública de la pareja, la primera dama decidió devolver la casa en la que posó para la revista pese a que el propio Gobierno, en el fruto de una sorprendente investigación interna en la que un empleado vigilaba que su jefe no hubiera cometido ningún acto ilícito, decretó que no había nada legal. ¿Por qué devolverla entonces?
En todo caso, la pareja parece que pasa un complicado y puntilloso examen en cada una de sus apariciones públicas: si se han tomado la mano, si ella le miraba mal, si él no la atendió ... todo se convierte en crítica o mofa. Ellos, mientras, envueltos en diversos rumores de crisis matrimoniales, siguen manifestando su amor en público y apareciendo de vez en cuando en las páginas de la prensa rosa enseñando un elevado tren de vida en el que parece primar más la profesión de ella que la de él. En política, y más cuando el 50% de tu población vive en la pobreza, parece conveniente ser comedido alardeando de algunas cosas.
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