miércoles, 22 de marzo de 2017

Juan Pablo Escobar/// El hijo de Pablo Escobar revela en su nuevo libro más detalles sobre El Patrón del Mal.

Juan Pablo Escobar nació en Medellín en 1977. Tenía 16 años cuando murió su padre, Pablo Emilio Escobar Gaviria, el narcotraficante más temido de Sudamérica. Su primera reacción fue decirle a toda Colombia: “Yo solo les voy a matar a esos hijueputas”. Pero se lo pensó dos veces. Tras ceder la fortuna que amasó El Patrón a sus enemigos a cambio de sus vidas y saber que su familia paterna les había traicionado, se instaló junto a su madre y su hermana en Argentina, país en el que todavía vive.

Pasó a llamarse Juan Sebastián Marroquín Santos, en busca de un anonimato que logró alcanzar. Volvió

a los focos mediáticos en 2009 con el documental Pecados de mi padre, en el que pide perdón a las víctimas del narcotráfico. Ha seguido la senda de la reconciliación con dos libros, publicados en España por Península: Pablo Escobar, mi padre (2014) y Pablo Escobar. Lo que mi padre nunca me contó.

¿Se arrepiente de volver a ser una persona pública?

Nunca ha sido fácil. Cuando vivía mi padre trataron de asesinarme varias veces. Ahora recibo amenazas

públicas porque no me convertí en la versión 2.0

de Pablo Escobar. Algunos me admiran y respetan por haber renunciado a la violencia, pero otros me creen un cobarde por ello. Pienso que se necesita mucho más coraje para no ser Pablo Escobar que para seguir otro camino. Quienes no quieren darle crédito a lo que escribo en los libros dicen que era un niño, y los que quieren perseguirme dicen que era casi adulto y lo entendía todo. Lo que le puedo decir es que a los siete años mi padre me dijo: “Soy un bandido, asúmelo”.

¿Entendió lo que le decía?

Era imposible que imaginara el emporio criminal que mi padre dominaba. Pero a partir de entonces hablaba de ello con mi papá. Me decía: “A este sí le maté, a este no; esa bomba sí la puse, esa no; a ese sí le tengo secuestrado, a ese no”. Era una situación bizarra: Pablo Escobar podía mentirle al mundo entero, pero a su hijo no. Agradezco que mi padre me tuviese ese respeto, no como a los hijos del cártel de Cali, que se enteraron de que sus padres eran unos criminales cuando les vieron con las esposas puestas. (...)

¿Cómo era su padre?

Si digo que era muy malo y al mismo tiempo muy bueno, no estoy mintiendo. Si pregunta a las 5.000 familias a las que brindó una casa digna en el basurero municipal de Medellín seguro que le hablan de él de forma distinta a una familia de la oligarquía de Bogotá que sufriera atentados terroristas o secuestros. Yo fui testigo de sus dos facetas, y lo quise parar desde mi posición de hijo. No le tenía miedo a la ley. No conozco ningún otro bandido que haya diseñado y financiado su cárcel, cambiado la Constitución del país y promulgado leyes para evitar su sometimiento a la justicia.

¿Qué opina del retrato que hacen de él las últimas series?

Ni la de Netflix ni la de Caracol Televisión respetan cómo era. Al elevarle a la categoría de héroe popular estamos creando una nueva camada de chicos que querrán ser como él. Las series están impregnando su vida de glamur de forma muy burda. En El patrón del mal los interrogatorios policiales son de chiste. Ni en mis sueños hubieran sido así.

Tras dos libros y un documental, ¿le quedan más cosas que contar sobre su padre?

Tengo un sobre que espero no tener que sacar a la luz. Lo dejó mi padre con una nota que dice: “Para conservar”, creo que a modo de seguro para nosotros. Tiene que ver con la corrupción institucional de Colombia. Se ha hablado de la parapolítica, por la influencia de los paramilitares, pero no de la pablopolítica. Removería muchas cosas y, por responsabilidad, creo que es mejor no sacarlo.

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